jueves, 14 de octubre de 2010

Entonces llega la noche ...


Cuando menos lo pensás te encontrás con situaciones e historias muy divertidas. L’ Foret es un bar de Tigre, y es el único lugar de la zona que tiene karaoke. En la semana es simplemente una pizzería, pero los viernes y sábados, y también los feriados, se convierte en una especie de casting de Operación Triunfo, donde los mejores cantantes son aplaudidos apenas largan una tonada, y los que aúllan sólo son abucheados por los borrachos que están sentados en las barras.
Llegar a la 1.30 de la mañana como muy tarde a un lugar así, donde las copas demás abundan en todas las mesas, o por lo menos en la mayoría, de los espectadores (o los cantantes) generan ganas de ponerte a la par, para no ser un extraño o un “careta”, como dirían algunos cuando estás sobrio.
Logré ponerme un poco a la altura, en realidad ya venía con ventaja cuando antes ya había pasado por otro bar, donde había una promoción de dos por uno de Gin Tonic y un juego de dardos, que si le embocabas en el medio te llevabas una remera (que estaba muy buena), y así no paré hasta conseguirla. Pero necesitaba un poco más como para animarme a cantar.
“Porque no quiero vivir con miedo a perderte, me quiero morir si no puedo verte”, se escuchaban mis gritos y los de mi novio cuando entonábamos la canción de Casi Ángeles, pero cuando terminamos sólo recibimos los halagos de una chica que estaba abajo del escenario con dos amigos y nos llamó para que nos sentáramos con ellos.
Parecía que éramos amigas de toda la vida. “Cantaste re bien”, y le agradecí. Nos sentamos, pero duró poco porque al instante nos paramos para bailar con un grupo que estaba sentado atrás. Y ahí fue cuando conocí a Steve.
Él es un inglés que vive en Madrid junto a su pareja Cecilia, y vinieron para el casamiento del hermano de ella, que se encontraban también en el bar, Florencia y José, se casaban al otro día por iglesia, la mañana anterior ya lo habían hecho por civil, y estaban haciendo su despedida completa, aunque ya la habían tenido por separado.
Siempre me llamaron mucho la atención los extranjeros, pero mi manera de hablar el inglés cuando no lo tengo muy incorporado y mi estado de ebriedad no acompañaban mucho, pero así y todo lo entendí igual
“I’m a pilot”, me decía mientras me hacía señas con las manos. “I come to Argentina with my girlfriend”, intentaba explicarme pausadamente. Pero no lo escuchaba bien, había perros ladrando y rápidamente nos subimos al escenario.
Estábamos todos juntos arriba cantando y arrebatándoles el micrófono a la gente y al presentador, hasta llegamos a sacárselo a un enano que quería cantar con nosotros, pero ya éramos un grupo cerrado y él no pertenecía.
Es increíble que en momentos de diversión y con alcohol en las venas te hagas tantos amigos. Serían incontables, para algunos, la cantidad que se hacen por noche en los bares y los boliches. Obviamente lo último que se hace en estas situaciones es pasarse los contactos. “Te dejo mi mail, anotalo, ¿te lo vas a acordar?”, dijo uno. “Mañana nos casamos a las nueve en la iglesia de Santa María, vénganse”, gritó la pareja. “Pasame tu celu, los llamo para ir al casamiento juntos”, dijo otra. “No te olvides, dale”.
Al despertar, cuando la noche ya había terminado, los números y los mails quedaron en el olvido, una vez más.

1 comentario:

maure dijo...

Simplemente genial!!!!!
JA!, le arrebataste el micrófono a un enano. jaj.
Grosa!

Besote!